lunes, 29 de julio de 2013


 

AMUEBLAR LA CABEZA

 

Ciudadanos cultos son la base del civismo y la libertad, garantía del futuro de la  Nación.  

 

Son días de vacaciones y de incertidumbre. Tienen por delante un reto, cambia su vida y ya no tendrán que entregar las notas a los padres para su firma y consiguiente felicitación o “chorreo” dependiendo de las calificaciones; no, esa etapa acabó, la selectividad, la mayoría de edad y el inicio a partir de septiembre de los estudios universitarios otorgan a estos jovencitos un nuevos status que cada uno asume como sabe o puede. La madurez y el pleno gobierno de si mismo no son procesos automáticos y dependiente de una fecha mágica, ¡los 18 años!; los que estamos muy alejados de esa edad sabemos que eso no es así, y en mi caso se une que como padre de dos hijos en edad universitaria y como profesor que lleva muchos años tratando con promociones de jóvenes en la Facultad, son muchos los “discursos” (o sermones, según ellos) que he tenido que dar a esta tropa, en casa o en las clases, sobre la necesidad de que aprovechen esta etapa de sus vidas para “amueblar” sus cabezas, aunque este objetivo no es privativo de los jóvenes universitarios, ya que creo que constituye un reto de todos/as, al margen de nuestra edad y nivel educativo.

 

La originalidad no adorna ninguno de mis consejos, ya que supongo que la mayoría de los padres y profesores hacemos lo posible (y a veces casi lo imposible) por orientar a las chicas y chicos de los que nos sentimos responsables, con el noble objetivo de maximizar sus éxitos y atenuar en lo posible sus fracasos, siendo la tarea de los padres de base y con el conocimiento privilegiado que te da el cuidado diario desde que nacen, mientras que la esfera de los profesores cambia dependiendo de la etapa educativa. En la Universidad nuestra obligación consiste en formar a futuros graduados en las más variadas disciplinas, pero sin renunciar a que se forjen ejemplares ciudadanos con buen talante sobre la base de un talento perfilado en las aulas. Cuando conseguimos este objetivo es por el mérito y el esfuerzo previo de maestros y profesores de secundaria, que tienen que afrontar su tarea con alumnos que, por su edad y variadas circunstancias, convierten cada clase en una tarea muy compleja y que pone a prueba sus conocimientos y dotes pedagógicas; mi sincero reconocimiento a los colegas de las escuelas e institutos.

 

Esas cabezas que inician (o continúan) sus estudios en la Universidad, vienen “amuebladas” (es decir, con un sistema de recepción, organización y consolidación de conocimientos) en mayor o menor medida; algunas andan flojos de mobiliario y  si les pides encuadrar cronológicamente un hecho histórico o un dato cultural básico, ponen cara de póquer y agachan la cabeza con la ingenua esperanza de que así no los vea y desvíe mis  preguntas al despistado que aún mira al frente. Mi experiencia es que cada vez aumenta más en la Facultades los alumnos con pocas lecturas y menos inquietudes. Pero por eso cada curso me propongo que salgan de las aulas con todo el “ajuar” intelectual bien montado. Algunos deben abandonar la aptitud del mínimo esfuerzo (apuntes cortitos, y a volar) por la de estudiar materias y no tanto asignaturas; si se saben bien la Constitución, el aparato circulatorio, o las integrales, estarán preparados para cualquier evento donde les pidan cuenta de esas materias, por lo que vale la pena que la estudien con profundidad desde el principio porque les será “rentable” para algo más que aprobar la asignatura. Estudiar con rigor, usando la memoria como imprescindible instrumento de asimilación del conocimiento (y no para salir del paso), implica asumir  hábitos de estudio regular y sistemático; la prueba de que se controla la materia es que uno sea capaz de explicarla a otra persona y responder a sus preguntas, en ese momento no solo se supera con éxito el examen, sino que podemos decir que sabemos algo de Derecho, Economía, Medicina, Física.., nuestro aspirante a la graduación ha organizado bien su cabeza y será un buen profesional.

 

Pero el pleno desarrollo de la personalidad de nuestros estudiantes no se puede limitar al conocimiento de los estudios elegidos, hay que incentivar su curiosidad intelectual, hay que leer de todo, aunque sea a nivel de difusión en las parcelas del conocimiento que nos resulten más ajenas. Hay que leer por el deleite del saber y sin prejuicios que nos alejen de la verdad, ya que contar con sólidas convicciones políticas, sociales o religiosas debe incentivar la lectura de los que no piensan como nosotros, como decía Gramsci, la verdad es siempre revolucionaria No descubro el mediterráneo, ciudadanos cultos son la base del civismo y la libertad, garantía del futuro de la  Nación.  

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