sábado, 27 de julio de 2013


NOS ESPÍAN LOS “AMIGOS”.   mi columna en SUR el 15-7-2013

 

EEUU no debe dividir a los países en amigos y enemigos según el grado de intensidad en las reverencias que recibe.

 

En la Facultad de Derecho se enseña a los alumnos la importancia del derecho a la intimidad y las máximas garantías que hay que aplicar a la hora de intervenir el secreto de las comunicaciones; es nuestra cultura jurídica y nuestra Constitución, común por otra parte a nuestro entorno. El secretario de Estado de  Asuntos Exteriores, Gonzalo de Benito ha mostrado, según la prensa, la preocupación  por los programas de espionaje de Estados Unidos, conocidos por las filtraciones de Edward Snowden, a quien el gobierno de EEUU se la tiene jurada no disimulando su hostilidad hacia cualquier posibilidad de asilo político a este ciudadano de su país. Al alto cargo español le han respondido que hay que guardar un equilibrio entre la seguridad y la privacidad y que están dispuestos a explicar sus técnicas de espionaje. No sé que me causa más perplejidad, la arrogancia de la administración estadounidense o la mansedumbre que se gastan los gobiernos y la propia Unión Europea ante esta muestra de desprecio a las más elementales reglas de respeto a los derechos humanos y a la soberanía nacional de tus vecinos. No quiero que me expliquen como nos espían, quiero responsabilidades y que no lo vuelvan a hacer, y reclamo que a nuestro gobierno no le tiemble la mano para defender nuestra intimidad y la soberanía  nacional.

 

El espionaje de  Washington a las Embajadas de la UE es simple y llanamente un escándalo y nada tiene que ver con la necesaria  colaboración en materia de seguridad; al contrario, es un torpedo en la línea de flotación de ésta, ya que es difícil colaborar con quien te trata como un súbdito y no como un país soberano. Más claridad y contundencia he observado en algunos países iberoamericanos también afectados por este espionaje masivo. Para colmo de los despropósitos,  el desvío impuesto al avión del presidente de Bolivia, Evo Morales, por España, Portugal, Italia y Francia, ante la sospecha de que llevara a Snowden, clama al cielo por constituir una indecorosa sumisión a los dictados de Washington.

 

No quiero que el lector de esta columna presuma en mi persona ninguna animadversión a esa gran nación que es EEUU; los pueblos no son culpables de las tropelías de sus gobernantes. EEUU juega un papel esencial en el concierto de las naciones por su potencia económica y política, nadie se lo puede regatear, pero tiene que asumir que el mundo no es su patio trasero ni los demás Estados son sus lacayos.  No puede imponer su singular forma de ver las cosas en el escenario internacional y será respetado y querido en la medida en que no pretenda ser el chico fuerte que no acepta que los demás no piensen ni actúen a sus órdenes. Pero insisto, no confundamos a los gobernantes con ese crisol de culturas que habitan las ciudades de EEUU, y no sería justo olvidar que muchos de sus ciudadanos son también críticos con el imperialismo de su gobierno, y entre otros ejemplos, Mark Twain, el gran escritor y autor de “Las aventuras de Tom Sawyer”, en el contexto de la guerra filipino-estadounidense, decía que con el águila norteamericana “no tenemos la intención de liberar, sino de subyugar al pueblo de las Filipinas”

 

La historia de EEUU no es ejemplar y hay demasiadas muestras de agresividad y guerra sucia con los demás pueblos de la tierra, entre las más recientes podemos recordar la Guerra de Irak, pero en el siglo XX cabe resaltar la guerra de Corea, en Filipinas aplastaron al gobierno provisional  comunista, en Irán apoyaron el golpe de Estado que derrocó al presidente que había nacionalizado la industria petrolera, provocaron miles de muertos en la Guerra de Vietnam, y fomentaron dictaduras militares y la  guerra sucia en América Latina con la doctrina de Seguridad Nacional y la operación Cóndor inspirada por la CIA y la siniestra Escuela de las Américas, centro de formación de torturadores y asesinos uniformados; de ésta el senador demócrata Martin Meehan llegó a decir: “Si la Escuela de las Américas decidiera celebrar una reunión de ex alumnos, reuniría algunos de los más infames e indeseables matones y malhechores del hemisferio”. No ha sido ni es el único imperialismo, pero hoy juega en solitario como gendarme del mundo.

 

EEUU no debe dividir a los países en amigos y enemigos según el grado de intensidad en las reverencias que recibe; aún recuerdo con estupor las exageradas inclinaciones de cabeza del ministro de exteriores Piqué al recibir a Bush, no hace falta humillarse para ser hospitalario. La amistad entre los pueblos respira el aire de la libertad, los derechos humanos y el respeto a las soberanías nacionales. Deben abandonar el cinismo inmoral que encierra frases como “puede que sea un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta", atribuida a Franklin D. Roosevelt con relación al patriarca del clan de los Somoza, delincuentes que asolaron Nicaragua durante muchos años.

 

 

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