domingo, 1 de diciembre de 2013


LEER NO DA URTICARIA

 

Los tebeos han sido colaboradores necesarios para generar muchos lectores en España. 

 

Largas colas para la adquisición de un libro de una autora novel y la tercera edición en apenas dos días. A primera vista sería una noticia a celebrar, autores que escriben, editoriales que arriesgan dinero para su publicación y lectores que responden y permiten mantener una actividad cultural y a la vez industrial. Pero la novedad no estriba en este hecho en sí, que puede ocurrir de vez en cuando con un best-seller; más bien llama la atención el perfil de la autora, Belén Esteban, personaje mediático como consecuencia de su vida sentimental y su frecuente participación en tertulias televisivas de los llamados programas del corazón. Lo que esta señora tenga que contar y lo que  sus lectores ansíen leer es algo que responde a un consumo desaforado de chismes, escándalos y debates donde tiene más razón el que grita y monta la bronca más gorda. En cualquier caso, debe quedar claro que su “mérito” no se fundamenta en ser una chica modesta de un barrio popular; mujeres y hombres de familias y barrios humildes pueblan los número uno de promociones de científicos, artistas, sabios profesores o brillantes profesionales y trabajadores cualificados. El gancho de ser una supuesta autora del “pueblo” que escribe sobre cosas que a la gente normal interesa, es producto de un marketing diseñado de forma impecable y que seguro que han planificado personas que han leído libros algo más profundos que el que han ayudado a promocionar. La cultura y el buen gusto literario no es monopolio de ningún sector social, y aunque no hagan cola, supongo que más de un habitante de Pijolandia andará a estas horas devorando las aventuras de esta famosa señora.

 

Vaya por delante que cada cual puede escribir y leer lo que estime conveniente, y la verdad es que tampoco entiendo la sorpresa que ha causado este “éxito” editorial; el libro en cuestión supongo que será la versión escrita de los programas de consumo masivo en televisión, donde se trivializa hasta extremos indecorosos las relaciones sentimentales o familiares de algunas personas y se exponen sin rubor alguno al conocimiento público. La señora Esteban y su editorial han logrado que una parte (no creo que muy grande) de sus “admiradores” pasen del sofá y mando de tv al contacto con el papel y la letra impresa, aunque lo que se lea no pase a la historia de la filosofía ni de la literatura. Y esta señora no es la única,  basta con repasar algunos ejemplos  en los últimos tiempos para comprobar que hay personas que compran un libro porque alguien aparezca en televisión, aunque su estilo y trayectoria no refleje precisamente mimbres para rellenar un par de folios.

 

Seamos optimistas, si un porcentaje de estos “nuevos” lectores, forofos de la señora. Esteban, se pasan a la tribu de los que no padecen urticaria por el contacto habitual con la letra impresa, bienvenidos sean. Hay otros y mejores ejemplos de una fuerte  motivación que te hacen pasar de forma incondicional a la lectura. Recuerdo la rabia que me daba cuando yo no sabía aún leer y veía a mis dos hermanos mayores con los tebeos, historietas de la época, y aquello debía ser divertido porque con la ayuda de la Escuela me puse a comprender el alfabeto y hasta la presente. Sí, es verdad, no fueron los clásicos, Julio Verne, Dumas, Charles Dickens, Mark Twain…, esos vinieron poco después; yo quería aprender a leer para reírme con los personajes de revistillas como Pulgarcito, el DDT o el Tío Vivo, y personajes como Carpanta (que hambre tenía siempre este hombre, supongo que la se pasaba en la postguerra lo inspiró en su tiempo), Pascual, criado leal, El doctor Cataplasma, Gordito Relleno, Zipi y Zape (ese padre, decimonónico con esos batines y patillas), Doña Urraca, Petra, criada para todo (con esa jefa tan enorme), las familia Trapisonda y Cebolleta, Rigoberto Picaporte, solterón de mucho porte (los subtítulos eran la repera) o Anacleto, agente secreto. Mortadelo y Filemón, de Ibáñez, eran y son mis preferidos; mi hijo se aficionó de niño y tenemos una buena colección en casa. Dibujos de aventuras, El Capitán Trueno, Jabato o hazañas bélicas también se leían mucho en esa época; mucho después me enteré que el guionista de las dos primeras era Víctor Mora Pujadas, militante del PSUC (comunistas catalanes) y que estuvo preso algún tiempo con Franco.

 

De los antiguos tebeos apenas conservo alguno. Los puretas como yo recordarán que eran cuadernillos muy endebles y que se rompían pronto; como anécdota, les diré que yo he conocido tiendas donde se alquilaban tebeos, sí, pagabas no sé cuanto, poco supongo y te llevabas a casa algunos para devolverlos a la semana. Los tebeos, esas revistillas modestas, han sido colaboradores necesarios para generar muchos lectores en España.