lunes, 8 de julio de 2013



"NO HAY QUE ESPERAR MÁS"
Mi columna de hoy en el SUR.  1-7-2013

Apoyo unas candidaturas unitarias de la izquierda y del progreso, sin dedicar ni un minuto a ocultar las diferencias y ni un segundo a fomentarlas.

Hace pocos meses proponía en esta columna un pacto de Estado para sacar a España de la crisis; era y es una visión personal de la que no me arrepiento, pero que solo es posible si más gente está... de acuerdo, y la verdad es que, aunque supongo que no soy el único que piensa así, mucho eco no ha encontrado en el ámbito político. Pero la democracia y sus procesos temporales siguen su ritmo, y esto me lleva a que a finales de 2015, salvo disolución anticipada de las Cortes, los españoles tenemos la oportunidad de ratificar lo que ha hecho el PP o dar un giro para superar lo que entiendo como una gestión muy lesiva para los intereses de la Nación; si siguen gobernando en pocos años no quedarán resortes de equidad social y la mayoría de los ciudadanos estarán abandonados a su suerte en una selva donde los poderosos no tendrán enfrente a poderes públicos efectivos para pararles los pies.

La alternativa a este panorama será viable con credibilidad, única fórmula para que millones de votos de izquierdas y de progreso en general salgan del escepticismo y de la desconfianza en unas prácticas y formas de hacer política que dejan en ocasiones mucho que desear. No me apunto al nuevo deporte nacional del desprestigio de la política y de los representantes elegidos por el Pueblo; la repulsa y el asco ante la corrupción no nos puede llevar a la injusta y equivocada afirmación de que todos los políticos son iguales porque sería el mejor favor a los “salvapatrias”, sea en su versión fascista o en la mafiosa (estilo Gil). La inmensa mayoría seguro que son personas honorables y comprometidas, con independencia del color político, algo que viví en directo cuando tuve el honor de representar como concejal a mis conciudadanos. Pero hacen falta medidas efectivas, controles internos en las Administraciones para impedir que ningún golfo se aproveche del dinero público, así como una contundente reacción judicial para evitar cualquier impunidad. Y a nivel de partidos políticos, un gesto de humildad dignifica; pedir perdón también cuando sea necesario. Y una ética a prueba de bombas para evitar que ningún corrupto vocacional tenga la oportunidad de “hacer carrera” a costa del trabajo y lealtad de miles de militantes y votantes.

Los partidos, como dice la Constitución, son instrumento fundamental para la participación política, pero en los tiempos que corren se acentúa la necesidad de que los ciudadanos no se sientan sujetos pasivos de la política, sino protagonistas; por eso apuesto por unas candidaturas unitarias de la izquierda y del progreso, sin dedicar ni un minuto a ocultar las diferencias y ni un segundo a fomentarlas; con mucho diálogo (no monólogos interminables que sólo a nosotros nos interesa), mucha humildad, cultura, trabajo diario en la defensa de los intereses generales y con el Estado Social y Democrático de Derecho siempre como marco de referencia. Hay que revertir el desmantelamiento irresponsable de las políticas sociales, así como conseguir el aumento de ingresos públicos haciendo pagar a todos en proporción a la capacidad económica. La recuperación del empleo exige mayor inversión pública y un adecuado incentivo de la inversión empresarial, que nunca hay que confundir con las oligarquías económicas y sociales que no crean riqueza.

La compresión mutua y la férrea voluntad de sumar a más ciudadano a este proyecto, exige la erradicación del sectarismo, la autosuficiencia y la generalizada tendencia humana al recordatorio de agravios pasados y presentes; cabemos todos los que creemos en esos valores de justicia social y democracia, y algunos estamos militando en la izquierda organizada (en mi caso en IU) y muchísimos, sin hacerlo, pueden encontrar un cauce a su compromiso social y político. Este programa no admite “atajos” que pongan en cuestión al Estado de Derecho y a la Democracia (sin adjetivos); los centenares de miles de españoles que aportamos nuestro modesto esfuerzo en la transición ni somos tontos ni de una ingenuidad temeraria, sabíamos que había renuncias y que la libertad se gana, no la regalan, por eso apreciamos tanto “las formas”, porque sabemos lo que implica su ausencia, el reino del más fuerte, no del que tiene más razón. Estoy seguro que nuestros jóvenes, con más preparación y menos complejos que nosotros, sabrán defender nuestro marco de convivencia, con todas las mejoras que sean necesarias,

Por si alguien lo piensa, no me postulo para nada; paso por uno de mis mejores momentos en el plano familiar y profesional y no quiero más agendas dislocadas. Estoy en el mismo sitio político en el que he permanecido contra viento y marea más de 36 años y al que no pienso renunciar, como tampoco abandono la legítima aspiración de que se consiga la unidad de la izquierda en España sobre los valores del respeto al pluralismo y la justicia social en un gobierno para todos sin exclusión de nadie.

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