lunes, 5 de agosto de 2013



 
"MIS PEORES VACACIONES". Mi columna de hoy en SUR.

 

Muchos “giles” andan aún sueltos; mi homenaje a los que día a día les plantan cara.

 

Bárcenas, los Eres en Andalucía, el aeropuerto sin aviones de Fabra en Castellón, las “mordidas” en la contratación pública, el enchufismo en el acceso al Empleo Público, y podríamos seguir y seguir. Este clima de golfos despendolados no es nuevo y hoy me gustaría hablarles de un pasado reciente, de una gran ciudad que sufrió a gobernantes inmorales, sostenidos por un incomprensible respaldo electoral de una parte importante de sus vecinos y por un desmantelamiento, mediante la depuración y el miedo, de los mecanismos internos de control. Tampoco (salvo contadas ocasiones) los jueces y las Administraciones del Estado y de la Junta reaccionaron con decisión y prontitud para poner coto a tantos desmanes cometidos desde el principio de la gestión de esta mafia. La prensa (con la excepción del desaparecido Diario16), dejó pasar demasiados años para  cumplir su esencial función de informar a la ciudadanía sobre el saqueo sistemático a las arcas públicas. Y, seamos sinceros, tampoco ayudó esa letanía cansina, simplona, exasperante, que uno escuchaba en bocas iletradas pero también en sofisticados “líderes” (o eso se creen ellos) de opinión, ¡qué bonita esta Marbella!, ¡qué limpia!, “roban como todos, pero al menos hacen algo”.

 

En efecto amigos, hablo de ese fallo estrepitoso del Estado de Derecho que significó la delictiva gestión de Gil y sus lacayos, y que tiene como acta de nacimiento precisamente el verano de hace 22 años. Quince años tuve que esperar para que estos ojos vieran publicado en el BOE el Real Decreto 421/2006, de 7 de abril, por el que se dispone la disolución del Ayuntamiento de Marbella (cuantas veces nos quedamos solos en IU pidiéndolo durante años), iniciando el trabajo de la Gestora que gestionó la ciudad con la mejor voluntad y mucha herencia indeseada y pocos medios, hasta que las urnas hablaron en las siguientes elecciones. El gilismo enseñó “sus patitas” desde el primer día, no cabía engaño con los antecedentes del indultado por Franco, Jesús Gil, responsable penal de decenas de muertos en una edificación de Segovia donde la vida costaba menos que el cemento. La “compañía” de este sujeto era lo más granado entre  ladrones y parásitos, tanto locales como foráneos. Y sin desfallecer se pusieron a la titánica tarea de proporcionar casos prácticos de Derecho Penal, útiles para la formación de los futuros juristas, ya que violaron casi todo el articulado del Código Penal, incluido el delito de traición a España (recuerden las andanzas de esta tropa en Ceuta y en Melilla).

 

Este despropósito se podía haber evitado, sobró mucha complicidad y cobardía en demasiados. Queda para la historia y los tribunales depurar responsabilidades. Y esa convicción personal se fundamenta en que sufrí en primera persona y desde el principio este fracaso de la razón y la democracia. Agosto de 1991, un joven Secretario del Ayuntamiento de Marbella se queda como único “Cuerpo Nacional” (funcionarios del Estado dedicados al control jurídico y económico de las entidades locales), Gil ha conseguido desmantelar los controles, y solo le estorbaba, según vociferaba en la TV y en las radios, “ese secretario que le quiere parar el Ayuntamiento”. Ese “estorbo” que firmaba advertencias de ilegalidad ante tanta tropelía era el que les tortura con esta columna y servidor de ustedes, con 27 añitos e incluso con pelo. Y para que no me “cansara” tanto en intentar parar esas patadas a la ley, pues, ¡vacaciones!, pero forzosas. Muchos “giles” andan aún sueltos; sirvan estas líneas para mi homenaje a los que día a día les plantan cara, ciudadanos, jueces, periodistas, funcionarios y representantes  elegidos por el Pueblo; personas que dignifican con su ejemplo a nuestro sistema democrático.

 

 

 

 

 

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