lunes, 8 de julio de 2013

 
"CARLOS HAYA Y LA MEMORIA HISTÓRICA", mi columna de hoy en SUR.

No hay Justicia si no se cierran las heridas con la verdad; ocultarla es el peor remedio para la vida en común de los españoles.

Las Administraciones públicas deben retirar las menciones de exaltación de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la Dictadura; no es una recomendación o una opinión, es un deber l...egal previsto en la Ley 52/2007, artículo 15, con un fundamento ético que comparto totalmente. Mantener el reconocimiento a quienes participaron en el golpe militar que acabó con la legalidad constitucional existente, provocó una guerra fraticida entre españoles y una dictadura del terror durante 40 años es simple y llanamente incompatible con el respeto que merecen las victimas de esos acontecimientos desgraciados.

Realmente no acabo de entender el revuelo montado con la difusión de una decisión adoptada hace unos tres años y que en respuesta a un acuerdo parlamentario, cambia la denominación Hospital Regional Universitario “Carlos Haya”, por Hospital Regional de Málaga, suprimiendo el nombre de un militar que se unió al bando sublevado contra las instituciones constitucionales de la II República. Como toda decisión, habrá a quien le guste más o menos, pero entiendo que hay que ser riguroso y no caer en el argumento simplista de “¿no hay otras cosas más importantes que solucionar?” Es evidente que acabar con el paro o los recortes en servicios básicos de Sanidad y Educación son realidades inmediatas y de prioridad absoluta, pero que alguien me explique que incompatibilidad existe entre un mero expediente administrativo de cambio de nombre de un centro sanitario en cumplimiento de un deber legal y las medidas necesarias para acabar con el paro o mejorar la Sanidad. Lo criticable sería que fondos públicos que se deben destinar a atajar esos problemas se dedicaran a los gastos de cambios de rótulos o documentación; sin embargo hay un consenso de que la efectividad material del cambio de nombre puede esperar a tiempos mejores, y que reducir las listas de espera y mejorar la prestación sanitaria es la prioridad. ¿Porqué entonces tanta hostilidad a esta medida adoptada en otros ámbitos sin oposición alguna? El que suscribe, como portavoz de IU en el Ayuntamiento de Málaga llevó muchas iniciativas para librar al callejero de Málaga de símbolos y denominaciones de aquellos que sometieron al pueblo español con un golpe de Estado y una represión despiadada; la mayoría fueron aprobadas por unanimidad.

Desde la serenidad de que prácticamente ningún protagonista de esos hechos queda vivo por razones de edad obvias, las victimas son las que importan y su recuerdo y dignificación es el objetivo de estas iniciativas desde la recuperación de la memoria histórica. En Italia y en Alemania, después del fascismo y del nazismo, el homenaje a sus victimas se convirtió en una cuestión de Estado ¿a quién molesta que los familiares puedan saber donde están sus muertos? ¿porqué rendir homenaje a las victimas del franquismo se toma por algunos como un desprecio por las que pudieran producir elementos del bando republicano? El franquismo significó una depuración física del oponente político mediante la muerte y el terror planificado y ejecutado desde el Estado, fue en definitiva terrorismo de Estado en la misma línea de algunos miserables en otros países, me da igual que se llamaran Salazar, Mussolini, Hitler, Stalin, jemeres rojos, Pinochet o cualquier otro de similar ralea; gente como esa son mis enemigos, no mis compatriotas que hayan sufrido en sus familias crímenes siempre injustificables; por eso cuentan con mi respeto y compresión las personas que puedan apelar a sus familiares asesinados por su identificación ideológica y política con los que ganaron la guerra. No hay muertos de primera ni de segunda, da igual si el verdugo vestía una camisa de miliciano o una de falangista, en cualquier caso asesinar de forma fría a seres indefensos merece la misma repulsa.

Estimados lectores, rendir homenaje a quienes murieron por la libertad no puede ofender a nadie; se trata de que para las generaciones que vienen detrás de nosotros, la guerra civil y el franquismo, desde la distancia emotiva de no tener tan cerca el dolor de los hechos, solo se estudien en las clases historia de España y en las de Ética, porque afortunadamente sea impensable que nadie, sea quien sea, se sienta con el derecho a matar a otro por pensar de forma distinta. No hay vida digna sin Justicia, ni Justicia si no se cierran las heridas con la verdad; ocultarla es el peor remedio para la vida en común de los españoles.

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