AMUEBLAR LA CABEZA
Ciudadanos cultos
son la base del civismo y la libertad, garantía del futuro de la
Nación.
Son días de vacaciones y de incertidumbre. Tienen
por delante un reto, cambia su vida y ya no tendrán que entregar las notas a
los padres para su firma y consiguiente felicitación o “chorreo” dependiendo de
las calificaciones; no, esa etapa acabó, la selectividad, la mayoría de edad y
el inicio a partir de septiembre de los estudios universitarios otorgan a estos
jovencitos un nuevos status que cada uno asume como sabe o puede. La madurez y
el pleno gobierno de si mismo no son procesos automáticos y dependiente de una
fecha mágica, ¡los 18 años!; los que estamos muy alejados de esa edad sabemos
que eso no es así, y en mi caso se une que como padre de dos hijos en edad
universitaria y como profesor que lleva muchos años tratando con promociones de
jóvenes en la Facultad ,
son muchos los “discursos” (o sermones, según ellos) que he tenido que dar a
esta tropa, en casa o en las clases, sobre la necesidad de que aprovechen esta
etapa de sus vidas para “amueblar” sus cabezas, aunque este objetivo no es
privativo de los jóvenes universitarios, ya que creo que constituye un reto de
todos/as, al margen de nuestra edad y nivel educativo.
La originalidad no adorna ninguno de mis
consejos, ya que supongo que la mayoría de los padres y profesores hacemos lo
posible (y a veces casi lo imposible) por orientar a las chicas y chicos de los
que nos sentimos responsables, con el noble objetivo de maximizar sus éxitos y atenuar
en lo posible sus fracasos, siendo la tarea de los padres de base y con el
conocimiento privilegiado que te da el cuidado diario desde que nacen, mientras
que la esfera de los profesores cambia dependiendo de la etapa educativa. En la Universidad nuestra
obligación consiste en formar a futuros graduados en las más variadas disciplinas,
pero sin renunciar a que se forjen ejemplares ciudadanos con buen talante sobre
la base de un talento perfilado en las aulas. Cuando conseguimos este objetivo es
por el mérito y el esfuerzo previo de maestros y profesores de secundaria, que
tienen que afrontar su tarea con alumnos que, por su edad y variadas
circunstancias, convierten cada clase en una tarea muy compleja y que pone a
prueba sus conocimientos y dotes pedagógicas; mi sincero reconocimiento a los
colegas de las escuelas e institutos.
Esas cabezas que inician (o continúan) sus
estudios en la Universidad ,
vienen “amuebladas” (es decir, con un sistema de recepción, organización y
consolidación de conocimientos) en mayor o menor medida; algunas andan flojos
de mobiliario y si les pides encuadrar
cronológicamente un hecho histórico o un dato cultural básico, ponen cara de
póquer y agachan la cabeza con la ingenua esperanza de que así no los vea y
desvíe mis preguntas al despistado que
aún mira al frente. Mi experiencia es que cada vez aumenta más en la Facultades los alumnos con
pocas lecturas y menos inquietudes. Pero por eso cada curso me propongo que
salgan de las aulas con todo el “ajuar” intelectual bien montado. Algunos deben
abandonar la aptitud del mínimo esfuerzo (apuntes cortitos, y a volar) por la
de estudiar materias y no tanto asignaturas; si se saben bien la Constitución , el
aparato circulatorio, o las integrales, estarán preparados para cualquier
evento donde les pidan cuenta de esas materias, por lo que vale la pena que la
estudien con profundidad desde el principio porque les será “rentable” para
algo más que aprobar la asignatura. Estudiar con rigor, usando la memoria como
imprescindible instrumento de asimilación del conocimiento (y no para salir del
paso), implica asumir hábitos de estudio
regular y sistemático; la prueba de que se controla la materia es que uno sea
capaz de explicarla a otra persona y responder a sus preguntas, en ese momento
no solo se supera con éxito el examen, sino que podemos decir que sabemos algo
de Derecho, Economía, Medicina, Física.., nuestro aspirante a la graduación ha
organizado bien su cabeza y será un buen profesional.
Pero el pleno desarrollo de la personalidad
de nuestros estudiantes no se puede limitar al conocimiento de los estudios
elegidos, hay que incentivar su curiosidad intelectual, hay que leer de todo,
aunque sea a nivel de difusión en las parcelas del conocimiento que nos
resulten más ajenas. Hay que leer por el deleite del saber y sin prejuicios que
nos alejen de la verdad, ya que contar con sólidas convicciones políticas,
sociales o religiosas debe incentivar la lectura de los que no piensan como
nosotros, como decía Gramsci, la verdad es siempre revolucionaria No descubro
el mediterráneo, ciudadanos cultos son la base del civismo y la libertad,
garantía del futuro de la Nación.