lunes, 8 de julio de 2013


 
EL PALO, EL DERECHO ROMANO Y PABLO MILANÉS

Mi vida no sería lo mismo sin la Universidad; a ella le debo gran parte de mis mejores momentos, y a ella he querido dedicar mi vida profesional. Sin una matrícula y el azar de que me tocara el grupo de tarde, es probable que no hubiera conocido a quien ha dado sentido a mi vida, mi mujer. Era el 82, el año del mundial, de nuestra selectividad, del inici...o de una relación con una institución, la Universidad Pública, la que me ha formado como persona. Era el Palo, nuestra querida facultad de Derecho, en un barrio popular y a pocos metros de la playa; nunca entendí como las leyes de la física permitían que tanta gente pudiera ocupar tan poco espacio. Éramos multitud, la promoción 82-87, con pocos medios, y con el Aguacate y el Nilo, donde algunos pasaban más tiempo que en las aulas. Pocos profesores, algunos buenos y otros regulares, supongo que como en todos lados; muchos compañeros, con los que cada vez que coincidimos no perdemos la ocasión de recordar aquellos años y una puñetera orla que te recuerda de forma gráfica como pasa el tiempo, pero que conservo porque es un trocito de mi vida.

Ayer rellenamos la preinscripción de Laura en Derecho, ya mismo la matrícula si todo va bien como esperamos. Trini y yo recordamos como cambian las cosas desde nuestras matrículas del año 82, papel y colas; los ordenadores e Internet eran una quimera que se veía muy lejana. Papeletas individuales para darte las notas, y muchas horas de quemarte las pestañas en duros exámenes. En octubre hará 31 años que comenzamos a estudiar Derecho en el Palo, por la tarde, en esas clases a rebosar y donde lo más moderno era el micrófono inalámbrico del catedrático de Derecho Romano, Antonio Ortega, cuyas clases eran magníficas, como de enorme modernidad nos parecían las explicaciones del prematuramente desaparecido J José Ruiz Rico, catedrático de un, en esa época, enciclopédico Derecho Político y con una Constitución que contaba con pocos más de 4 años de vigencia. Está el Derecho Natural, que explicaba el también fallecido profesor Lorca (su hija Isabel ha impartido clases a Pedro en este curso) y la Historia del Derecho. Es curioso, el curso que Laura estudie el Derecho Romano (convertida ahora en cuatrimestral), será el último en activo de Antonio Ortega; si la distribución de los grupos así lo decide, mi estimado amigo y colega habrá sido profesor de padres e hija, maravillosa coincidencia que la docencia a veces depara.

En nuestros años de estudiante se escuchaba con fuerza “Yolanda”, una entrañable canción de amor de Pablo Milanés. Laura iniciará en unos meses, si Dios quiere, la misma singladura que otra preciosa morena, que en esa época aún no había cumplido los 18, Trini, su madre. Terminamos la carrera ya de novios, y hasta la presente, 26 años de camino sin entender la vida uno sin el otro. Pedro, Laura y María, harán sus vidas y más allá de nosotros, de nuestros papeles, fotos, recuerdos, seguirán un ciclo que nuestros mayores iniciaron y que en nuestra Facultad del Palo, entre clases, exámenes y paseos por el Palo nosotros continuamos

En esa época se escuchaba en la radio y en las cassette esta canción; ahora suena igual de bien cuando repasas los viejos libros, cuando ya tienes bastante pasado pero quieres un futuro para seguir enamorándote de quien siempre será para mí la chica más guapa de la promoción.

http://www.youtube.com/watch?v=sct0-7rs2zY

“Yolanda”. Pablo Milanés

“Esto no puede ser no más que una canción
Quisiera fuera una declaración de amor
Romántica sin reparar en formas tales
Que ponga freno a lo que siento ahora a raudales
Te amo
Te amo
Eternamente te amo
Si me faltaras no voy a morirme
Si he de morir quiero que sea contigo
Mi soledad se siente acompañada
Por eso a veces se que necesito
Tu mano
Tu mano
Eternamente tu mano
Cuando te ví sabia que era cierto
Este temor de hallarme descubierto
Tu me desnudas con siete razones
Me abres el pecho siempre que me colmas
De amores
De amores
Eternamente de amores
Si alguna vez me siento derrotado
Renuncio a ver el sol cada mañana
Rezando el credo que me has enseñado
Miro tu cara y digo en la ventana
Yolanda
Yolanda
Eternamente Yolanda
Yolanda
Eternamente Yolanda
Eternamente Yolanda”

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