Lecturas
variadas. La arqueología soviética
El libro de Leo S Klejn, Leo “La
arqueología soviética. Historia y teoría de una escuela desconocida” Barcelona.
Ed Crítica1. 993, lo leí recién comprado porque si tenía poca idea de
arqueología en general, de la soviética lo desconocía todo. La arqueología
siempre me ha gustado debido a que desde niño me gusta acumular trastos y
enseres materiales, vamos, complejo de trapero, con el disimulado objetivo de
que sepan algo más sobre mi cuando me vaya al otro barrio mirando la cantidad
de papeles que en mi casa y en mi despacho en la Facultad he llegado a
acumular. En serio, me apasiona la cultura material, la que habla cuando faltan
o los documentos o son insuficientes, la que permite conocer la historia por
los objetos cotidianos y no tanto por lo se escribe, una vasija, una espada, un
instrumento de labranza, las casas, las tumbas. Me gustaba antes de ver en el cine
las andanzas de Indiana Jones y aún
recuerdo el chasco que nos llevamos mi amigo Javier y yo, cuando de niños y
excavando en un descampado cercano a mi casa, “descubrimos” una valiosa tinaja,
“árabe” según nosotros, de antesdeayer, según el anticuario al que preguntamos
y que con cara de condescendencia nos animaba a que estudiáramos y después nos
convirtiéramos en arqueólogos.
En arqueólogo no me convertí,
nunca he trabajado en una excavación y no ando en edad de cambiar de aires
académicos, pero como antes he dicho, leer,hasta yo puedo, y el libro de Klenj
me abrió muchos ojos sobre lo fácil que es vivir a espaldas de otras
tradiciones teóricas y culturales. Leo
Klenj es un arqueólogo ruso que sirvió de puente entre la arqueología soviética
y la occidental, en especial en los 60 y 70 del pasado siglo. EL hombre lo pasó
mal, trabajó como una mula y publicó muchas y valiosas obras de su
especialidad, pero su libertad intelectual y publicar en occidente le llevó a
un arresto por la KGB
que duro un año. El libro hay que leerlo y no pretendo resumir su contenido,
baste indicar que se repasa la gran tradición y la sólida maquinaria
institucional soviética en materia de arqueología, sometida, como casi todo, al
control de los ortodoxos para los que hasta el color de un libro tenía que
tener carácter marxista leninista. Los arqueólogos soviéticos tuvieron muy
presente la explicación social de los datos arqueológicos y eso siempre será
una gran aportación, junto a la de marxista occidentales como Gordon Childe.
Pero en mi opinión la grandeza de Klenj es que valorando el marxismo como una
gran aportación teórica y sufriendo al estalinismo, concluye su libro haciendo
un canto a la libertad intelectual y al antisectarismo en la investigación
científica.
Os dejo con lectura del final
del capítulo 7 del libro, muy recomendable para todos y en especial para los
que se creen que el marxismo está muerto pero también para los que se
aprendieron el “catecismo” de un marxismo fosilizado, y por tanto, inservible.
“Ciertamente no hay relación
con la calidad. Pero la hay con el contenido. Y las convicciones católicas son
tan manifiestas en las investigaciones de Breuil como las marxistas en los
trabajos de Childe. Se reflejaban al mismo tiempo no sólo en sus errores, en
sus limitaciones, sino incluso en sus brillantes descubrimientos. Breuil
descubrió la pintura paleolítica precisamente porque, como católico convencido,
no creía en las leyes de la evolución, y su fe no permitía a los evolucionistas
reconocer la aparición del alma humana con anterioridad. Childe creó la
concepción de las tres revoluciones –instrumental, neolítica y urbana– porque
se esmeraba según su criterio en aplicar a la arqueología las doctrinas
marxistas de la primacía de la producción y de las revoluciones sociales.
Aplicarlas libremente, no como dogmas.
Cualquier doctrina filosófica
puede ser utilizada en beneficio de la arqueología, ¡incluso las que son
parcialmente erróneas! Gracias a Dios, existen numerosas doctrinas. Esto nos
ayuda a conocer la diversidad del mundo. Ya que el marxismo existe, y nosotros
lo manejamos, pensemos cómo podríamos obtener de él un beneficio para la
arqueología. Como señaló Behrens, “el valor del marxismo para las
investigaciones de la prehistoria y protohistoria se encuentra en los estímulos
que origina, ni más ni menos” (Behrens, 1984, p. 61). Sí, ni más ni menos.
Reflexionemos sobre las ventajas que puede proporcionar si se utiliza libre,
inteligente y cuidadosamente, no cerrando los ojos ante sus errores, sino
denunciándolos, y recordando que, como cualquier otra concepción, tiene sus
limitaciones.
Nosotros ahora no tenemos
razón alguna para anteponer el marxismo a otras metodologías; todas ellas
pueden ser complementarias. Pero no hay por qué tacharlo completamente. Sólo hay
que limitarlo y asimilar otras metodologías. El mundo es rico para aquellos que
tienen los ojos abiertos.” ( páginas 123-124)
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